Recuerdo cómo me espanté cuando, a mediados de los 80, se transmitió por televisión peruana, a nivel nacional y en horario vespertino, escenas en vivo de la toma del Penal del Sexto y de cómo los presos mataban a los rehenes, mientras que a la película Romeo y Julieta de Franco Zeffirelli, la Censura le amputó la noche de bodas porque la consideraron pornográfica, cuando en realidad era una escena muy bien realizada y muy artística. Peor aun fue el caso de la cinta Calígula, a la cual le amputaron las escenas de sexo... pero le dejaron todas las escenas de violencia... ¡¿Qué tipo de censura es ésta?!
Es tiempo de que los padres dejen de preocuparse por la cantidad de escenas de sexo que ven sus hijos y comiencen a preocuparse por la violencia. ¿Cuántas escenas ven sus hijos, en que la vida humana no vale nada, en que se mutila, se destroza y se mata, sin que pase realmente nada?
En la década de los 60, John Lennon y su esposa Yoko Ono, aparecieron desnudos en un poster con el letrero: "El sexo no es obsceno, la violencia sí". Algo similar planteaban los Hippies, al propugnar "Hagamos el amor, no la guerra".
Nuestra "civilización" –entre comillas, porque no sé qué tan civilizados somos– nos enseña a rechazar el placer y aceptar el dolor. Permítanme un ejemplo muy simple, imaginemos que estamos en una mesa, comiendo todos juntos y, de pronto, me sirven algo que me gusta mucho y comienzo a saborear, disfrutando visiblemente y poniendo cara de placer... todos los demás comensales comenzarían a mirarme desaprobadoramente. En cambio, si en la misma mesa y en las misma circunstancias, yo me cojo el estómago y comienzo a hacer gestos de dolor y a quejarme, todos me compadecen y acogen. El dolor es permitido, el placer es sancionado.
Y es aquí donde surge el problema, ya que en la mentalidad del niño, que recién está en desarrollo, suele producirse una confusión que invierte esta ecuación y termina pensando "entonces... lo malo es placentero" y en lugar de buscar el placer a través del Eros, busca el placer a través de lo prohibido.
Una persona sexualmente satisfecha, no es violenta. La violencia surge, primordialmente, ante una falta de satisfacción sexual que tiene directamente que ver con una falla de los mecanismos de placer. La persona debe ser capaz de aceptarse a sí misma tal y como es, comenzando por valorar su propio cuerpo y, obviamente, su propia sexualidad. En la medida en que la persona se acepta, puede tener una auto valoración y una dignidad positiva que le da una personalidad equilibrada. Pero si la persona no se acepta, no acepta su cuerpo, no acepta su propia sexualidad y no acepta el placer como algo sano y natural, toda esa fuerza se descontrola y se transforma en violencia.
Desgraciadamente, hemos caído en el absurdo de intentar suprimir el sexo y aislarnos incluso de nuestro cuerpo y nuestras necesidades naturales y hemos terminado censurando hasta el lenguaje, llegando al punto de que resulta casi imposible hablar de sexo claramente. Pero, comprendamos las consecuencias de esto: Imagínese que a su hijo lo aísla de todos los gérmenes y lo hace crecer en un ambiente sellado, totalmente libre de bacterias que pudieran enfermarlo, lo que está haciendo, a largo plazo, es matarlo, ya que el día en que saque la cabeza para respirar, caerá muerto porque no habrá desarrollado los anticuerpos que le permitan sobrevivir. No podemos aislarnos de la realidad y en lo sexual, esto es crítico, ya que provoca neurosis.
Mientras más limitemos el natural instinto del placer y la aceptación del placer, tendremos más agresividad y más violencia. Si se pierde el Eros, comienza a actuar el Thanatos.
Es tiempo de que los padres dejen de preocuparse por la cantidad de escenas de sexo que ven sus hijos y comiencen a preocuparse por la violencia. ¿Cuántas escenas ven sus hijos, en que la vida humana no vale nada, en que se mutila, se destroza y se mata, sin que pase realmente nada?
En la década de los 60, John Lennon y su esposa Yoko Ono, aparecieron desnudos en un poster con el letrero: "El sexo no es obsceno, la violencia sí". Algo similar planteaban los Hippies, al propugnar "Hagamos el amor, no la guerra".
Nuestra "civilización" –entre comillas, porque no sé qué tan civilizados somos– nos enseña a rechazar el placer y aceptar el dolor. Permítanme un ejemplo muy simple, imaginemos que estamos en una mesa, comiendo todos juntos y, de pronto, me sirven algo que me gusta mucho y comienzo a saborear, disfrutando visiblemente y poniendo cara de placer... todos los demás comensales comenzarían a mirarme desaprobadoramente. En cambio, si en la misma mesa y en las misma circunstancias, yo me cojo el estómago y comienzo a hacer gestos de dolor y a quejarme, todos me compadecen y acogen. El dolor es permitido, el placer es sancionado.
Desgraciadamente, en los niños, este tipo de enseñanzas, produce que se asimile mal el mecanismo de placer-dolor y se canalice en forma negativa y si a esto sumamos la represión de los censores y la religiosidad mal entendida que muchas veces enseña que el placer es pecado, que sólo el dolor purifica y que disfrutar demasiado está prohibido, se llega a producir –en especial en lo sexual– la asociación de "lo placentero es malo".
Una persona sexualmente satisfecha, no es violenta. La violencia surge, primordialmente, ante una falta de satisfacción sexual que tiene directamente que ver con una falla de los mecanismos de placer. La persona debe ser capaz de aceptarse a sí misma tal y como es, comenzando por valorar su propio cuerpo y, obviamente, su propia sexualidad. En la medida en que la persona se acepta, puede tener una auto valoración y una dignidad positiva que le da una personalidad equilibrada. Pero si la persona no se acepta, no acepta su cuerpo, no acepta su propia sexualidad y no acepta el placer como algo sano y natural, toda esa fuerza se descontrola y se transforma en violencia.
Desgraciadamente, hemos caído en el absurdo de intentar suprimir el sexo y aislarnos incluso de nuestro cuerpo y nuestras necesidades naturales y hemos terminado censurando hasta el lenguaje, llegando al punto de que resulta casi imposible hablar de sexo claramente. Pero, comprendamos las consecuencias de esto: Imagínese que a su hijo lo aísla de todos los gérmenes y lo hace crecer en un ambiente sellado, totalmente libre de bacterias que pudieran enfermarlo, lo que está haciendo, a largo plazo, es matarlo, ya que el día en que saque la cabeza para respirar, caerá muerto porque no habrá desarrollado los anticuerpos que le permitan sobrevivir. No podemos aislarnos de la realidad y en lo sexual, esto es crítico, ya que provoca neurosis.
Mientras más limitemos el natural instinto del placer y la aceptación del placer, tendremos más agresividad y más violencia. Si se pierde el Eros, comienza a actuar el Thanatos.
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