É sta es una de las zonas más altamente eróticas en el cuerpo de la mujer. Los lóbulos de las orejas son especialmente sensibles al toque de tu lengua.
L as técnicas combinadas del mordisco en los lóbulos y la respiración dirigida al oído, pueden transformar a una mujer indiferente en una compañera entusiasta.
C uando soples dentro de la oreja de una mujer, no lo hagas tan fuerte que la aturdas. Más bien exhala un aliento suave y cálido dentro y alrededor de su oreja, junto con su mordisqueo. Muchas mujeres tienen orejas tan sensibles, que el contacto más simple las hace temblar de excitación.
P rocura no mojar demasiado la oreja (no babees dentro de ella) y recuerda que cuando estás a esa distancia, debes hacer y decir todo con mucha suavidad.
L as técnicas combinadas del mordisco en los lóbulos y la respiración dirigida al oído, pueden transformar a una mujer indiferente en una compañera entusiasta.
C uando soples dentro de la oreja de una mujer, no lo hagas tan fuerte que la aturdas. Más bien exhala un aliento suave y cálido dentro y alrededor de su oreja, junto con su mordisqueo. Muchas mujeres tienen orejas tan sensibles, que el contacto más simple las hace temblar de excitación.
P rocura no mojar demasiado la oreja (no babees dentro de ella) y recuerda que cuando estás a esa distancia, debes hacer y decir todo con mucha suavidad.
P ara besar los senos, separa completamente la boca del pecho y estira la lengua para que vaya al encuentro del pezón.
L ame circularmente el borde de la aréola dando la vuelta lentamente al acercarte al pezón mismo. Golpea ligeramente el pezón con la lengua y luego regresa a la aréola –ya arrugada–, y sigue ahí hasta que el pezón y la aréola se contraigan totalmente (¡esto excita sobremanera!).
S opla los pezones de tu hembra. Ten un poco de vino junto a la cama y derrama algunas gotas directamente encima de los pezones. Luego seca el vino soplando. La combinación del vino frío, con el aliento cálido, la encumbrarán de la mejor manera posible. Si lo prefieres, puedes untarlos con unas gotas de miel y luego lamerlos lentamente.
T oma los pechos, uno con cada mano, y acarícialos suavemente para luego apretarlos el uno contra el otro hasta formar una profunda y sexual hendidura. Coloca uno de tus pulgares en cada pezón mientras lames el canal de arriba abajo.
D a masaje a los pezones con tus pulgares frotándolos despacio.
R espira con fuerza con el objeto de hacer ruidos apasionados y de aportar, además, la sensación de tu aliento cálido.